El sabor de una persona.

Tu me enseñabas totalidades con tonalidades,
el olor a la pobreza sagrada.

Nobles caminos en la comisura de tu boca,
semi-verdades de sabores
de personas verdaderamente benedictas.


Y cuando digo "persona verdaderamente buena",
no me refiero a dioses y cielos,
sino a pasteles de ternura.

Una vida inocente,
a la vida ordinaria.

Ensalzando lo normal,
alabando lo corriente,
rindiendo culto a lo ordinario.


Inspirado en un texto de OSHO.

René Verduzco Cortés.


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