Pezones Blancos
Mi historia es sencilla, aunque habrá quienes digan que es todo lo contrario. Ahora ya no estoy vivo y prefiero no dar nombres en la anonimidad de una ficción. La expresión "de pezones blancos" se refiere a la condición social que tuve toda mi vida y hoy no puedo expresarme con palabras, sólo traduzco lo mejor posible lo que recuerdo del habla. Nacido en una familia de pocos recursos monetarios, no hay muchas oportunidades y se ven muchos terrores escondidos, familiares que se pervierten por nada y gente que muere sin ninguna clase de ayuda. Una parte de mi siempre quiso ser un pezones azules, mis hermanas soñaban con ser de pechos dorados y a veces jugabamos que éramos burgueses que desprecian al mundo desde su alto palco en el espectáculo viviente, contabamos nuestro dinero de juguete fantaseando con vacaciones en albercas con olor a cloro y vainilla derritiéndose en el cielo azulado.
Cuando llegué a ser adolescente me di cuenta que mis pezones eran más claros de lo normal, como si delataran la denigración de mi suerte en una familia demasiado modesta para un mundo donde pretender es la hora las 24 horas. No me gustaba estar desnudo, ni siquiera sin algo que cubriera mi pecho, no quería que vieran el claro color de mi pecho y al llegar a los veinte años, la vida que los demás llevaban era radicalmente ajena a mi vida, no sentía excitaciones ni tristezas. Los demás no sentían la alegría que yo sentía en la pobreza en que vivíamos. Veía como mis hermanos contaban el dinero que ganaban y se emocionaban por la comida que comerían y la nueva ropa que se compraban, cosa que me daba una ventaja sobre la codicia, aunque algunos no lo veían así, excepto mis padres. Desde muy pequeño mis hermanos sentían celos de mi, mi madre callaba a mis otros hermanos para que yo pudiera hablar sobre el no planear, no el pensar, el no calcular y el no ayudar a los demás mientras uno mismo no se ayuda. Para mi eran pensamientos ordinarios pero para mi madre eran palabras milagrosas y para mis hermanos, un señor aburrido atrapado en el cuerpo de un niño.
Una vez fui con mis amigos a la playa y descubrí dos cosas, la primera es que no sólo mis hermanos me tenían envidia, sino que entre mis amigos, mis colegas del trabajo y conocidos, sentían cierto recelo cuando me limitaba a encogerme de brazos mientras hablaban sobre lujuria, amor y dinero. Uno de ellos, el amigo pelirrojo, me abrazaba demasiado fuerte al punto de lastimarme, no sabía que sentir pero sólo podía pensar, que le parecía insoportable, y en vez de golpearme o ignorarme, me abrazaba con demasiada fuerza y una expresión en el rostro trabada en confusión. La segunda cosa que descubrí, es que había gente que no me odiaba pero solía tentarme repentinamente. Cierta noche en la playa, una joven de mi edad se metió en mi casa de campaña, estaba oscuro y no pude verla, ella comenzó a acariciarme, su olor era dulce y a la vez agrio, tuve una erección en el momento y no sentí placer en ello. Así com yo no era un hombre común y corriente por mis pensamientos y mi ausencia de ansiedades, ella era extraña en su forma de tocarme, acariciarme y lamerme , yo cedía por un segundo y después la apartaba sin saber que me pasaba y sobretodo, sin saber quien era ella. No sé de donde saqué estas palabras pero le dije: tus pezones no son dignos de ser carne. En ese momento ella salió de la casa de campaña y jamás volví a verla, me sentí contento de haber sido firme pero a la vez estaba triste, porque era la curiosidad de experimentar lo que había deseado por meses y no era un chico al que las mujeres le sobraban. El olor agrio se había quedado conmigo, penetrante, una especie de perfume que jamás olvidaré.
Jamás tuve novia, fuera de la curiosidad nunca entendí la urgencia de todos por unirse a alguien, pero tuve muchos amigos y amigas, que así como mis padres, se sentían conmovidos por mis palabras. Hablaba de que todos eramos maestros de todos, hablaba del desapego, hablaba de tener la razón hasta dejar de tenerla, de las personas con pensamientos pequeños que creaban caparazones para su mentes pequeñas, de la muerte como una reunión como el todo (más que un descanso). Algunos de ellos habían visto mis pezones blancos y uno de ellos una vez me dijo que no era la primera vez que veía esto, él era uno de mis amigos más queridos y lo apreciaba porque en verdad entendía de lo que le hablaba. A los cinco años el conoció una niña que también tenía los pezones blancos, la diferencia es que ella si era de una familia con dinero, lo que equivalía a una pezones azules, lo que era una contradicción con el color de sus pechos.
Llegado a los treinta años, el gobierno puso en marcha una persecución contra las personas con diferentes colores en los pezones. Muchos conocidos fueron torturados y desnudados para ver el color de sus pezones, yo no sabía porque nos perseguían pero sospechaba que era porque el color de mi pecho estaba relacionado directamente con la forma en que pensaba y mi amigo guardó el secreto sobre mi el color de mi pecho, pero otro de ellos no, el pelirrojo que le gustaba salir con nosotros pero no entendía ni una palabra de lo que le decía, acudió a la policía, cobró una recompensa y me encarcelaron. Me quitaron toda la ropa y me metieron a una celda, podía escuchar los gritos de otros que eran torturados sin saber que sucedía. Traté de dormir un poco tapando mi cuerpo con una cobija y al día siguiente vi mi cuerpo sin vida, al parecer nos habían matado a todos y yo podía ver mi cuerpo tirado en el suelo. Al parecer el gobierno se dió cuenta que habíamos personas que cambiábamos la forma de pensar de los demás, y eso les hizo ruido.
Ahora vivo en un lugar que no tiene color ni forma, yo tampoco tengo forma ni color. Recuerdo con cariño a muchos amigos que tuve, a mi familia, incluso a mis hermanos y al amigo que me entregó a la policía, para ser sincero, llegué a sentir más deseo por él que por muchas mujeres sin saber porqué, pues él era lo que la gente catalogaba como feo y yo no sentía mucha atracción por los hombres, supongo que él también me quería y al entregarme, no fue por el dinero sino porque no sabía que hacer con sus sentimientos, si el amor odio existe, él es un caso ejemplar de ello. Aún siento desprecio por muchas actitudes de la burguesía; los pezones dorados y los pezones azules, esas personas que sólo viven pensando en el mañana, sin entender los terrores del presente, dirigidos por sus pensamientos banales como un río de excremento, que fluye rápido, sin destino alguno hasta el final de sus días y sus noches. No quiero decir con esto que la clase baja está libre de calamidades, pero los pezones blancos tienen un mayor entendimiento sobre lo que importa en la vida y lo que es ridículo y banal.
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