Tormenta Pozole

Con un calor difícil de digerir en un verano de pocas lluvias, amaneció un Julio lleno de cánticos aviarios. En la ciudad de Guadalajara, no ocurrían muchas cosas, si acaso un cadáver en algún lugar emblemático o un evento organizado por el gobierno, con poco presupuesto y saludos fingidos. Para mediodía aparecieron las primeras nubes grisáceas y una parecida al color de un moretón, el pronóstico del tiempo anunciaba una lluvia ligera y sin embargo la gente no había llevado rompevientos ni paraguas. Las prostitutas de plaza del sol eran las únicas que se prevenían de este tipo de acontecimientos climáticos, ya sea que llevaran algo para protegerse o decidieran no salir a trabajar cuando pintaba que llovería lo suficiente para caminar entre charcos y ser salpicadas por los automóviles.

Connie, una maestra de primaria, salió de la escuela rumbo a su casa y recordó que debía de pasar por un regalo para su padre. Por un momento dudó al ver el cielo "obscurizado" y después se subió al autobús rumbo a la plaza, su presupuesto no era elevado por lo que compraría cualquier cosa que le alcanzara y después se iría a casa. Para las 5 de la tarde los primeros crujidos del cielo sacudieron sus tímpanos y decidió comprar un pastel de moka en la cremería que vende pasteles, no llegó ni a un kilómetro de la plaza. Cargó el pastel para subirse de nuevo a un autobús, pero la encargada de la cremería no había cerrado bien el empaque del pastel, por lo en cualquier momento, la tapa se podría botar y surgirían problemas, sin contar con la bajada del transporte colectivo.

Una vez que bajó como pudo y se dirigió a su casa, una partícula suave rebotó en su frente, Connie mirando a ambos lados busco de donde provenía lo que la había golpeado. Siguió caminando y encontró un grano de maíz en el suelo. Después comenzó lo que los noticieron nombrarían como la Tormenta Pozole, un granizo diferente al granizo de hielo azotó automóviles y personas en la calle, granos de maíz blanquecinos se estrellaban por lo cristales, se desbarataban en la ropa de la gente, en la cabellera, en el asfalto húmedo, todo esto acompañado de gotas espesas de color marfil que se aglomeraban en el suelo creando un grumo que las cloacas no podían desechar. Algunos niños e indigentes fueron los primeros en probar los granos de maíz, su sabor no era muy diferente al del pozole blanco y en los noticieros de la radio, decían que la carne humana acompañaba al grano, por esa razón no llovía carne de cerdo ni lechuga ni rábano.

Connie se resguardó bajo el techo del portal de un hogar, a unas cuadras de su casa, tenía que atravesar la espuma del suelo y ser empapadas de restos de pozole, además el pastel seguía intacto, pero no dudaba que su suerte no mejoraría si caminaba en medio del caos. En los medios se atribuía esto a un huracán que arrastró el contenido de ollas por kilómetros, pero lo incierto y sin sentido venía del hecho de que el grano estaba cocido y blando. Un perro comía y comía grano desesperadamente, al parecer no había comido en días y cuando Connie se percató de esto, fue hasta donde estaba para detenerlo (porque supuso que se ahogaría), cada vez que Connie avanzaba, el perro se alejaba y no dejaba de tragar maíz. Una vez en la puerta de su casa, la madre de Connie la recibió y tomó el pastel de sus manos, su padre, el que cumplía años, se había empachado por comer grano de maíz a escondidas, y el pastel tendría que esperar ser comido hasta el día de mañana.

Al día siguiente, el ayuntamiento de Guadalajara limpió las calles, los niños que fueron a la escuela hacían bromas sobre lo sucedido y los metereólogos confirmaban una replica a las 6 de la tarde, por lo que se sugería precaución. Llegada la hora, lloviznó agua común y corriente, dejando a todos los citadinos, decepcionados en un evento que no encontraba explicación. Connie partió el pastel de su padre en la noche y los habitantes de la ciudad durmieron sintiéndose traicionados por las aseguraciones del servicio metereológico. El perro no volvió a comer granos de pozole nunca más.

René Verduzco.